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El impacto del trabajo infantil en la educación. Por Andrea Wehrle*

Cada niña, niño y adolescente tiene derecho a desarrollarse según su edad y proceso evolutivo, y a crecer en un entorno de recreación y protección. Este derecho se ve en muchas ocasiones afectado porque ellos y ellas deben salir a trabajar, realizar labores domésticas y/o hacerse cargo de tareas de cuidado dentro del hogar.

La Constitución de la República del Paraguay en su artículo 54, de la protección del niño/a, consagra: “La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de garantizar al niño su desarrollo armónico e integral, así como el ejercicio pleno de sus derechos protegiéndolo contra el abandono, la desnutrición, la violencia, el abuso, el tráfico y la explotación. Cualquier persona puede exigir a la autoridad competente el cumplimiento de tales garantías y la sanción de los infractores. Los derechos del niño, en caso de conflicto, tienen carácter prevaleciente” (CN, 1992, pág. 7).  

Paraguay ha avanzado en el marco de la concesión de políticas sociales con enfoque de derechos, ratificando la Convención de los Derechos del Niño a través de la Ley Nº 57/90 y la Aprobación del Código de la Niñez y Adolescencia, con la Ley Nº 1.657 que aprueba el Convenio Nº 182 y la recomendación sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación. 

Además, en la búsqueda de dar respuestas específicas a la problemática del trabajo infantil, en el año 2012 se crea la Comisión Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Trabajo de los y las Adolescentes (CONAETI), por el Decreto Nº 18.835 como órgano responsable de elaborar las propuestas y coordinar las políticas nacionales sobre erradicación del trabajo infantil (Secretaría de Acción Social - Organización Internacional del Trabajo, 2011).

El trabajo infantil conlleva una situación de vulnerabilidad para la protección de la niñez y la adolescencia, por ello estos esfuerzos en el marco de la normativa han sido valiosos en la búsqueda de una mejor respuesta ante esta situación en la cual se encuentran.

Desde la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) se han llevado adelante dos estudios que refieren a la temática del trabajo infantil. En el año 2011 se realizó una encuesta nacional de actividades de niños, niñas y adolescentes, y en el año 2015, la encuesta de actividades de niños, niñas y adolescentes del sector rural.

Según datos de la Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes, EANA 2011 (DGEEC, 2013), la población paraguaya cuenta con 6.381.940 habitantes, donde el 40,8% corresponde a la franja etaria de 5 a 17 años de edad (1.880.109). Esta población esta mayormente asentada en zonas urbanas (55,1%) frente a zonas rurales (44,9%).

El 47,5% de esta población se encuentra en los quintiles más pobres, y si a esto se asocian los factores de idioma y zona de residencia, se observa que la asociación idioma guaraní-zona urbana, la población en los quintiles más pobres alcanza un 65,5%; mientras que idioma guaraní-zona rural, el porcentaje asciende a 57,1% (OIT, DGEEC, 2013). Es interesante observar como el elemento del idioma forma parte de un condicionante importante a la hora de considerar la situación de pobreza, y más aún en contextos urbanos donde la comunicación puede ser un determinante clave a la hora de relacionarse.

Cuando nos referimos a trabajo infantil se pone énfasis en aquellas actividades o formas de trabajo prohibidas para niñas, niños y adolescentes. Estas formas refieren a: empleo por debajo de la edad mínima requerida (menos de 14 años de edad) establecida en Ley Nº 2.332/03; trabajos que ponen en riesgo la salud física, mental o moral (peores formas de trabajo infantil); y, tareas domésticas no remuneradas de carácter peligroso, según Ley Nº 1.657/01 (OIT; DGEEC, 2013).

En ese contexto y siguiendo con los datos de la EANA 2011, del total de la población de 5 a 17 años, el 22,1% (416.425) se encuentra en trabajo infantil. De esto, el 50,8% (211.447) corresponde a aquellos que se encuentran en trabajo infantil por debajo de la edad mínima (5 a 13 años), hecho que podría estar relacionado con que la “conceptualización” de lo que sería trabajo infantil aún no es clara y, 49,2% (204.978) en trabajo adolescente peligroso (14 a 17 años).

Sin embargo, si se considera la realización de tareas domésticas no remuneradas en el propio hogar, 6,7% de la población de 5 a 17 años se encuentran en esta situación (126.515).

TABLA 1.  Población 5 – 17 años, según situación de trabajo infantil

Población

Frecuencia

Porcentaje

Trabajo infantil

416.425

22,1

Trabajo infantil por debajo de la edad mínima

211.447

50,8

Trabajo adolescente peligroso

204.978

49,2

Fuente: Elaboración propia con datos de la EANA 2011 (DGEEC, 2013)

Por otra parte, la EANA Rural 2015 indica que la población de 5 a 17 años corresponde a 810.352 personas, representando al 40% de la población rural. El 50% de niños, niñas y adolescentes rurales (406.538) trabajan en actividades agropecuarias y 47,5% de esta población se encuentran en trabajo infantil. Si consideramos el trabajo infantil por debajo de la edad mínima, 42,3% de la población tiene entre 5 a 13 años (236.384), donde el 65% de éstos niños ocupados están en trabajo infantil peligroso. Esta situación es sumamente alarmante, porque no solo tenemos niños y niñas de edades muy tempranas que están trabajando, sino que además la mayoría de ellos se encuentran en trabajo peligroso (OIT, DGEEC, 2016).

Siguiendo con los datos de la EANA Rural 2015, el 66,6% (170.154) de la población de 14 a 17 años se encuentra ocupada, donde el 58% (148.293) de los adolescentes se encuentran en trabajo peligroso (OIT, DGEEC, 2016). 

El trabajo infantil constituye una violación de los derechos humanos en cuanto afecta el proceso natural del desarrollo en la niñez y la adolescencia, ese desarrollo que implica reír, jugar, recrearse, aprender; y es en relación a este último, el ámbito educativo, al cual se quiere hacer referencia.

Un primer aspecto que se pone en evidencia, muestra que al considerar las actividades realizadas por niñas, niños y adolescentes en edad escolar, un 65,5% combina su estudio con trabajo y/o realización de actividades domésticas. Se visualiza que en la zona rural el porcentaje es mayor para aquellas situaciones donde se estudia y se trabaja; y donde se estudia, trabaja y se realiza tareas domésticas, superando además al promedio país. Sin embargo, aquellos que estudian y realizan tareas domésticas se encuentran mayormente en zonas urbanas (Gráfico 1).

Gráfico 1: Distribución de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años, según actividades realizadas y zona

Fuente: Elaboración propia con base en EANA, 2011.

Si consideramos solamente la situación de trabajo, un 6,4% no estudia y se dedica únicamente a trabajar o realizar trabajo doméstico (Gráfico 2). Esta situación presenta mayores porcentajes en la zona rural, evidenciándose así las desigualdades territoriales.  

Gráfico 2: Distribución de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años, según actividades realizadas y zona

Fuente: Elaboración propia con base en EANA, 2011.

En cuanto a la asistencia a una institución educativa y trabajo infantil, el 15,6% de la población de 5 a 17 años no asiste a la escuela (64.847); situación que se agudiza en niños frente a las niñas, en la franja etaria de 14 a 17 años y en zonas rurales (Gráfico 3).

Gráfico 3: Distribución de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años en trabajo infantil, según características y su inasistencia a una institución educativa.

Fuente: Elaboración propia con base en EANA, 2011.

Se puede observar de esta manera que aún persisten diferencias entre el campo y la ciudad: La niñez y adolescencia del área rural muestra mayores niveles de rezago en el acceso a bienes y servicios básicos de calidad que les garanticen un adecuado desarrollo y bienestar. En este sentido, el tra­bajo infantil y, especialmente el agropecuario, entorpece las oportunidades de desarrollo al incidir negativamente en el acceso a la educación y en las condiciones de salud de los niños, niñas y adolescentes (OIT, DGEEC, 2016, pág. 28).

Un dato alarmante señala que de los adolescentes de 14 a 17 años que están en trabajo infantil, el 98,9% (56.833) no asiste actualmente a la escuela, es decir, la han abandonado.

Entre las causas de abandono, las que cobran mayor fuerza refieren a la falta de recursos económicos y por motivos de trabajo, lo que denota que es el entorno en el cual viven niñas, niños y adolescentes lo que los lleva a la necesidad de dejar la escuela para salir a trabajar y aportar económicamente. Al comparar entre zona urbana y rural, los motivos mencionados siguen teniendo relevancia, como factores de abandono escolar. 

Tabla 2: Causas de abandono, según sexo y zona.

Causas de abandono

Trabajo infantil

Total

%

Niños

%

Niñas

%

Falta de recursos económicos

18.547

28,6

12.787

31,5

5.759

*

Para trabajar

17.418

26,9

12.640

31,1

4.778

*

Razones escolares

6.938

10,7

4.536

11,2

2.402

*

No tiene interés en estudiar

10.876

16,8

6.952

17,1

3.924

*

Otras razones

11.068

17,1

3.737

*

7.331

*

Urbana

Falta de recursos económicos

5.459

*

4.119

*

1.340

*

Para trabajar

7.169

32,6

3.871

*

3.298

*

Razones escolares

73

*

0

*

73

*

No tiene interés en estudiar

6.151

*

3.300

*

2.852

*

Otras razones

3.151

*

1.148

*

2.004

*

Rural

Falta de recursos económicos

13.087

30,5

8.668

30,7

4.419

*

Para trabajar

10.249

23,9

8.769

31,1

1.479

*

Razones escolares

6.865

16,0

4.536

16,1

2.328

*

No tiene interés en estudiar

4.725

*

3.652

*

1.072

*

Otras razones

7.916

*

2.589

*

5.327

*

Fuente: Elaboración propia con base en EANA, 2011.


De esta manera lo que se logra evidenciar es que, si bien se dieron avances en cuanto a normativas y al establecimiento de estrategias y políticas de prevención del trabajo infantil, ésta es aún una situación que repercute en su desarrollo físico, psíquico, emocional, en definitiva, en su desarrollo integral.

Niñas, niños y adolescentes en situación de trabajo infantil deben resignarse a no ir a la escuela, jugar o descansar, por tener que asumir la responsabilidad de realizar tareas inadecuadas para su edad, exponiendo su desarrollo integral. Las consecuencias generadas por el trabajo infantil se evidencian en el ámbito educativo a partir del abandono escolar o bajo rendimiento académico y en las condiciones de salud a raíz de los problemas físicos derivados de accidentes, enfermedades, intoxicaciones, lesiones o agresiones. Estos impactos negativos incluso perduran en el tiempo (OIT, DGEEC, 2016, cap. xv, pág. 17).

La Fundación DEQUENI genera espacios desde donde se compromete a reflexionar y aportar desde su experiencia en la formulación de propuestas innovadoras para el fortalecimiento de la política pública de educación de calidad, con el objetivo de contribuir con la erradicación del trabajo infantil y la pobreza: CONAETI (Comisión Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo de los/las adolescentes), La Marcha Global contra el Trabajo Infantil, El Pacto Global, el Observatorio Educativo Ciudadano, El Frente por la Niñez y la Adolescencia – 20 Compromisos, la REDPI (Red de Primera Infancia).

 

En Paraguay se han implementado programas emblemáticos, por un lado, tenemos el programa Tekoporã, que, si bien no trabaja directamente la problemática del trabajo infantil, ha buscado mejorar la calidad de vida de la población en situación de pobreza y vulnerabilidad, a través del acompañamiento socio familiar y comunitario, teniendo como incentivo la transferencia económica condicionada, facilitando el ejercicio de los derechos a la salud, educación y alimentación; y por el otro, el Programa Abrazo de transferencia condicionada para la disminución progresiva del trabajo infantil que suma los componentes de: calle, familia, centros y redes de protección.

De esta manera, no se puede simplemente buscar la erradicación del trabajo infantil desde una visión unidireccional, sino que hay que pensar en acciones conjuntas que busquen paliar la situación económica/social en la que se encuentran las comunidades, sobre todo en condiciones de pobreza, de modo a que no se vean en la necesidad de contar con el trabajo de niñas, niños y adolescentes para la generación de mayores ingresos, más aun cuando el trabajo infantil se da en edades tempranas y en las peores formas de trabajo infantil. El trabajo infantil no solo afecta a la educación, como lo vimos, sino que probablemente repercuta a lo largo de toda su vida (OIT, DGEEC, 2013).

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*Artículo elaborado por Andrea M. Wehrle Martínez para el  Observatorio Educativo Ciudadano (2019)

Bibliografía

OIT, DGEEC. (2013). Magnitud y características del trabajo infantil y adolescente en el Paraguay. Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes, EANA 2011. Asunción.

OIT, DGEEC. (2016). Trabajo infantil y adolescente en el sector rural agrícola, pecuario, forestal y de pesca o piscicultura en Paraguay. Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes. EANA Rural 2015. Asunción.

Santacruz, G. (s.f.). El trabajo infantil en Paraguay. Población y Desarrollo, 72-80.

Silva, M. A. (2018). Diversidad y educación: el caso del trabajo infantil. Educación y Humanismo, 59-78.

Fotografía: Gentileza de Fundación DEQUENÍ.