Foto: Gentileza de SUNU, Grupo de Acción Intercultural.
El Estado paraguayo reconoce y garantiza los derechos de los pueblos indígenas en la Constitución de 1992, lo que significó un gran avance en la legislación paraguaya. Sin embargo, las personas indígenas continúan viviendo hoy en su gran mayoría en situaciones de exclusión, pobreza y negación de derechos fundamentales. En este artículo nos centraremos en el análisis de indicadores educativos de la población indígena, profundizando en datos que refieren a la población femenina.
Un primer elemento de análisis refiere al promedio de años de escolarización de los diferentes pueblos indígenas. Considerando que los años de educación obligatoria en el Paraguay son 13 (desde Preescolar hasta la Educación Media), según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2017, el promedio nacional de escolarización es de 9 años, mientras que las mujeres indígenas en Paraguay alcanzan tan solo un promedio de 3,5 años de estudio, frente a los hombres indígenas que alcanzan 4,7 años. En otras palabras, la mujer indígena no llega a culminar el segundo ciclo de la Educación Escolar Básica.
«Antes nosotras las mujeres no estudiábamos. Solamente se esperaba que las mujeres estudien hasta el 3er grado». Elena de Ovelar, Comunidad Yalve Sanga, Pueblo Enelthel, Dpto. de Boquerón.
Los motivos de abandono de la educación formal están mayormente relacionados con aspectos agrupados en tres dimensiones: familiares, económicos, educativos (Gráfico 1). En cuanto a la primera dimensión, vemos que el 19,5% de las mujeres indígenas que no asisten o dejaron de asistir a las instituciones educativas lo hicieron por motivos familiares o debido a la realización de labores dentro del hogar, frente al 8,9% que corresponde a los hombres indígenas.
«El rol de la mujer Qom en la educación es clave. En sus primeros años de vida los niños dependen de sus madres. La convivencia del día a día implica que las madres somos las primeras pedagogas de los niños». Liz Sandra Ramírez Caballero, del Pueblo Qom, Dpto. de Pdte. Hayes.
Por otra parte, en cuanto a los aspectos económicos, se visualiza que los hombres indígenas abandonan la escolarización mayormente por la necesidad de trabajar (26,2%) en contraste con las mujeres (6,8%), mientras que un mayor porcentaje de mujeres (26,3%) debe hacerlo por falta de recursos en el hogar frente a sus pares hombres (22,3%).
Un elemento que cobra importancia refiere a los aspectos educativos del abandono escolar. Altos porcentajes tanto de mujeres como de hombres indígenas indican que abandonan la escolarización porque “no existe institución educativa”, y las mujeres lo indican en mayor porcentaje. Aquí es importante destacar que la población indígena apela a una educación donde su cultura y su cosmovisión puedan ser tenidas en cuenta (EPH, 2017).
«La educación debe ser diferenciada porque muchos pueblos siguen manteniendo costumbres de cazadores y recolectores. La deserción escolar suele arrancar en septiembre debido a esto, así que deberíamos adaptar los tiempos». Maria Yarati, Comunidad Jerusalén, Dpto. de Pdte. Hayes.
Las cifras de analfabetismo en ese sector de la sociedad son mucho más altas que el promedio nacional. Cuatro de cada diez mujeres indígenas no saben leer ni escribir (40.8%), mientras que para los hombres esta cifra llega al 25,4%. El promedio nacional, sin embargo, llega tan solo al 6%. Se evidencia aquí la exclusión étnica sumada a la discriminación de género, lo que impacta negativamente en las dimensiones social y económica de la mujer indígena y en su participación en ámbitos políticos y de decisión (Gráfico 2).
La alfabetización de la población indígena es un tema complejo, teniendo en cuenta de que existen cinco familias lingüísticas y 20 lenguas indígenas, varias de ellas en peligro de desaparecer. Está establecido por ley que la Educación Escolar Indígena debe contar con currículo propio para cada pueblo, asegurar programas de estudios, metodologías y materiales educativos para todos los niveles y modalidades del sistema educativo.
«Los pueblos indígenas debemos tener una calidad de educación igualitaria. Se debe garantizar el derecho a aprender y que esa educación sea de calidad». Liz Sandra Ramírez Caballero, del Pueblo Qom, Dpto. de Pdte. Hayes.
Las condiciones socioeconómicas constituyen otro factor agravante para la situación de vulneración de derechos en la cual se encuentran las mujeres indígenas. El 68% de las mujeres indígenas se encuentran en situación de pobreza (tanto no extrema como extrema). Esta cifra denuncia claramente la realidad de exclusión que vive esta población.
Las desventajas de las mujeres indígenas en el campo educativo acarrean un enorme impacto en sus posibilidades de desarrollo económico. El 66% de las mujeres indígenas son económicamente inactivas. Al analizar los motivos de inactividad, la realización de labores en el hogar representa el 54% para ellas, mientras que para los hombres indígenas es de tan solo el 1%.
Ser “mujer indígena” significó una triple discriminación. Por una parte, la pertenencia a grupos étnicos no occidentales generó su inferioridad por razones de fenotipo y cultura diferentes a los hegemónicos, respondiendo al pensamiento racista. Por otra parte, la situación de pobreza determinó que las mujeres indígenas fueran excluidas de diversos aspectos del goce de derechos. A estos dos factores de exclusión se sumó la cuestión de género que, de acuerdo con Olivera (Olivera, 2003:214) “es la más permanente”. Es decir, las mujeres indígenas, además de ser excluidas por su pobreza y por su pertenencia a grupos étnicos no “blancos”, factores en general compartidos con los hombres indígenas, fueron y continúan siendo excluidas y subordinadas por el propio hecho de ser mujeres (su sexo) (CDE, 2014, p. 10).
La garantía del derecho a la educación de niñas y mujeres indígenas frente a los niños y varones indígenas está condicionada por la nueva relación con la educación no indígena. El acceso y permanencia a la educación formal es una relación cultural y el cambio de roles puestos para los pueblos indígenas. Tomando las reflexiones de los círculos de mujeres indígenas impulsados por SUNU: "el lugar del cuidado comunitario del rol de las mujeres indígenas es el sustrato para la conservación de sus culturas, es, por ende, es necesario construir propuestas educativas interculturales con perspectiva de género. Una educación formal que incorpora los modos de ser de las mujeres indígenas, en diálogo con sus modos de crianza y desarrollo como mujer".
Tomando las reflexiones de Tarcila Rivera, referente indígena: “Hay mucha necesidad de escucharse mutuamente y nosotras de perder el miedo a hablar y sostener nuestros puntos de vista. Las indígenas tenemos esa cosa tan fuerte relacionada con la vida colectiva que olvidamos nuestro ser individual. Puede ser porque nos criaron diciendo que tenemos que parir, que somos la expresión de la madre tierra y que generamos vida y que por lo tanto cuidamos y amamos la vida.”
Los pueblos indígenas han luchado para reivindicar sus derechos y han logrado avances, a través de la organización y la participación. Uno de los hitos que marcaron este proceso fue la creación de la Dirección General de Educación Escolar Indígena, en el año 2007, cuyas estructuras son el Consejo Nacional de Educación Indígena y las áreas de Educación Escolar Indígena.
«Todos queremos vivir bien, pero, ¿qué es vivir bien? Por eso es clave una transformación de la educación formal». Maria Yarati, Comunidad Jerusalén, Dpto. de Pdte. Hayes.
La Ley N° 3231/2007 reconoce y garantiza el respeto y el valor de la existencia de la educación indígena: “Todos los miembros de los pueblos y las comunidades indígenas tienen garantizada una educación inicial, escolar básica y media acorde a sus derechos, costumbres y tradiciones, con la finalidad de fortalecer su cultura y posibilitar su participación activa en la sociedad”.
El Estado paraguayo enfrenta enormes desafíos para garantizar efectivamente la educación de los pueblos indígenas, y las acciones realizadas necesitan ser profundizadas para una institucionalización, respetando y fortaleciendo su cultura, así como también posibilitando su participación en la sociedad. Junto con esto, es fundamental seguir investigando y reflexionando sobre las desigualdades de género en los pueblos indígenas, de manera de construir e implementar políticas públicas que apunten a derribar estas barreras.
«Como mujeres indígenas tenemos que empoderarnos más en el liderazgo. Debemos trabajar juntas con las mujeres de las diferentes comunidades para que salgamos adelante». Floris Yegros, Comunidad Yalve Sanga, Pueblo Nivacle, Dpto. de Boquerón.
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Artículo elaborado por Andrea M. Wehrle Martínez para el Observatorio Educativo Ciudadano (mayo, 2020)
Obs.: Los testimonios de las mujeres indígenas fueron tomados el 23 de mayo de 2020 en el diálogo virtual organizado por el Observatorio Educativo Ciudadano y SUNU Grupo de Acción Intercultural.
Bibliografía
Centro de Documentación y Estudios (CDE). (2014). Mujeres indígenas y política en Paraguay. Asunción.
Constitución Nacional del Paraguay. (1992). Asunción.
Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica (CEADUC), (2018). Asunción. Suplemento antropológico, ISSN 0378-9896, Nº. 53, 1, págs. 105-127. Políticas públicas educativas para los pueblos indígenas en Paraguay, breves reflexiones y desafíos a partir de la creación de la ley 3231/07. Anai Graciela Vera Britos y Elena Martínez Riquelme.
Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC). (2018). Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2017. Fernando de la Mora.
Grupo SUNU de Acción Intercultural (2018). Memorias de los Círculos de Aprendizaje entre mujeres indígenas.
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