Al conmemorar el Día Internacional de la Mujer en el mes de marzo, es importante recordar el papel clave que cumplieron algunas mujeres al cuestionar aquel Paraguay en el que éstas carecían de autonomía legal para fortalecer su presencia y protagonismo en la sociedad, y de los derechos civiles y políticos necesarios para participar de las decisiones que las afectaban.
Sobre este trasfondo es visible la labor educadora de Serafina Dávalos (1877 – 1957) generalmente recordada por su papel en el mundo del Derecho. Serafina fue pionera en materia de educación al crear la Escuela Mercantil de Señoritas en 1904, dado que reconocía el papel que una profesión liberal como la de perito mercantil podía cumplir en la autonomía económica de las mujeres. Consciente de que la mayor parte de las mujeres (y en realidad, la mayor parte de la población en general) no podría llegar a los estudios secundarios y universitarios, Serafina fomentó la educación en una profesión que era compatible con las actividades domésticas de las mujeres, pero que les dotaba de ingresos propios.
Su ejemplo sirvió para que, un par de años después, la Sociedad de Empleados del Comercio creara la Escuela de Comercio y admitiera a las mujeres. Con el tiempo, en 1920, ambas escuelas se fusionarían manteniéndose el nombre de Escuela Nacional de Comercio.
Serafina también fue la primera mujer que ocupó un alto cargo en un organismo del Estado: fue la primera mujer que integró el Consejo Nacional de Educación desde 1908 hasta 1910, junto a otras figuras importantes como Ignacio A. Pane, Andrés Gubetich y Eligio Ayala. Este Consejo fue el que promovió la aprobación de la ley de educación obligatoria del año 1909, que remplazó a las normas anteriores y fue por décadas el marco regulador de la educación paraguaya.
La cuestión de la autonomía a través del trabajo y la educación fue parte del ideario de aquel primer feminismo de inicios del siglo XX, una autonomía que conmovía los cimientos del Paraguay que se ufanaba de instituciones liberales, las que, sin embargo, no servían para garantizar la igualdad de derechos a la mitad invisible de la población: las mujeres. Otras educadoras importantes como María Freixe de Casatti (1893 – 1940), creadora del Instituto Profesional Femenino, -una academia de corte y confección y manualidades-, no solo dotaron de un oficio a las mujeres de los sectores más vulnerables de la sociedad, sino que proporcionaron al sistema educativo de las maestras para la materia de Manualidades. Freixe, una innovadora pedagógica en la enseñanza de oficios, hizo explícita también la finalidad de la autonomía de las mujeres en el ideario de su institución.
Serafina contó con el reconocimiento de su tiempo por su labor educadora: formadores de opinión pública, legisladores, padres y madres de jóvenes paraguayas, comprendieron la importancia de aquel servicio a la sociedad que prestaba la prestigiosa abogada, la primera del Paraguay y la primera doctora en Derecho de la región. Las becas que el Congreso le otorgaba anualmente venían precedidas de elogios a sus logros. La tarea, sin embargo, no fue fácil: llegado el momento de plantear la igualdad entre hombres y mujeres, en 1919, la propuesta presentada por los diputados Telémaco Silvera y Lisandro Díaz León no prosperó, aún cuando contó con el amplio respaldo de las mujeres organizadas en los primeros núcleos feministas del país, en los cuales Serafina Dávalos desempeñaba un liderazgo fundamental.
A nivel internacional también se reconoció su pensar firme, sólido y coherente sobre la igualdad. En 1910 presidió la mesa de Derecho del Congreso Internacional Femenino que tuvo lugar en Buenos Aires, luego fue la oradora de clausura de dicho Congreso; y, finalmente, Vicepresidenta de la organización internacional creada en aquella histórica reunión que sacudió la conmemoración del centenario de la independencia argentina y obligó a las mujeres de los círculos oligárquicos porteños tradicionales, antisufragistas y antiigualitaristas, a armar apresuradamente un congreso paralelo.
Serafina fue corresponsal de publicaciones internacionales; y su trabajo fue dado a conocer en todo el mundo por la española Belén de Sárraga, prominente feminista anarquista, cuya presencia en el Paraguay en 1917 movilizó hasta procesiones en su contra.
Es cierto que el camino hacia la autonomía de las mujeres ha sido, y es, un camino muy largo, plagado de obstáculos desde el poder, marcado por el trasfondo de las desigualdades consagradas por el contexto social del Paraguay, pero también es un camino donde emergieron mujeres con profundo sentido de la vida, liderazgo y compromiso, cuyo legado hoy puede ser apreciado y valorado más plenamente.
* Artículo elaborado por David Velázquez Seiferheld para el Observatorio Educativo Ciudadano, el 15 de marzo 2020.
Bibliografía
Cámara de Senadores de la República del Paraguay. Diario de Sesiones de 1905. Tipografía del Congreso. Asunción.
Registro Oficial. Años 1908-1909.
El Hogar Normalista. Publicación Trimestral Nro. 1, Asunción, 1929.
Barreto, Ana. Mujeres que hicieron historia en el Paraguay. Servilibro-Secretaría Nacional de la Mujer. Asunción, 2011.
Dávalos, Serafina. Humanismo. Tesis Doctoral. Reedición del Centro de Documentación y Estudios (CDE). Asunción, 2007.
Rodríguez-Alcalá, José. El Paraguay en marcha. Asunción, 1907.
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