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Comunidades de aprendizaje: la sociedad al lado de la escuela.

Por: Luciano Román Medina.

No pocas veces se escucha en la jerga educativa la escasa participación de los padres de familia en la educación de los hijos, a pesar de que la Constitución Nacional del Paraguay establece taxativamente que la educación es responsabilidad de la sociedad y recae en particular en la familia, en el Municipio y en el Estado. Ahora bien, cabe plantearse los siguientes interrogantes: ¿es suficiente con que los padres de familia reduzcan su participación a las mínimas reuniones escolares o en actividades pro-recaudación de fondos? Y si esa es la realidad, ¿cómo logramos que la sociedad se involucre más en la educación? 

En la práctica sobran ejemplos de disociación entre sociedad y escuela. Esta última se convierte en una especie de isla, desde donde se aspira impartir educación; sin embargo, afuera de ella los estudiantes chocan contra otra realidad, y lo que se ha estudiado pierde su sentido, o directamente no se la encuentra. Se pretende enseñar educación vial y nadie usa casco; los encuentros futbolísticos se convierten en espacios para aprender todo lo contrario a los buenos modales; los medios masivos de comunicación invaden con programas «basura» que venden el vyrore’i: farándula, contenidos eróticos… En fin, por un lado, la escuela intenta educar; y por el otro, la sociedad deseduca o no responde.   

Ante este fenómeno, las «comunidades de aprendizaje» surgen como una alternativa para lograr mayor involucramiento de los diversos sectores sociales, al generar un rol más activo de los agentes que rodean a la escuela. Pero, ¿qué son las comunidades de aprendizaje? Son escuelas abiertas tanto para salir y recibir a los agentes externos, aprovechan de recursos externos (humanos, espacios, materiales), y desmonopoliza a la escuela como único agente educador. Al respecto, Díez-Palomar y Flecha García (2010) sostienen que las comunidades de aprendizaje: 

Implican a todas las personas que de forma directa o indirecta influyen en el aprendizaje y el desarrollo de las y los estudiantes, incluyendo a profesorado, familiares, amigos y amigas, vecinos y vecinas del barrio, miembros de asociaciones y organizaciones vecinales y locales, personas voluntarias, etc. Esta implicación de toda la comunidad en la educación escolar, incluida la participación en las aulas, recupera el sentido original del concepto de Zona de Desarrollo Próximo de Vygotsky (1979), que no limita la guía adulta que es necesaria para aprender, a la guía ofrecida por personas expertas. 

En definitiva, las comunidades de aprendizaje exigen romper el monopolio o la exclusividad de la escuela como única educadora, y para su concreción requiere actitud abierta de los propios profesores. No obstante, a pesar de que las «comunidades de aprendizaje» no es un concepto nuevo, todavía es una innovación para la mayoría de las escuelas paraguayas que siguen encerradas en sí mismas, y tal vez, cómodas en ese estado, creyéndose las únicas dueñas del saber y temerosas de perder su propio espacio.  

Conviene precisar que no se trata de sustituir a la escuela o de sacarle su rol, sino de que se aprovechen los recursos externos para generar mejores espacios de aprendizaje. Esto resulta un imperativo, sobre todo por la emergencia educativa en la que nos encontramos donde los estudiantes no aprenden lo mínimo, donde se carece de infraestructura necesaria, entre otras deficiencias. 

Tampoco se trata de una improvisación o de probar algo a ver si funciona. Las comunidades de aprendizaje se sustentan en conocimientos científicos y abundan las buenas prácticas y las experiencias exitosas al respecto tanto a nivel local como global. El propio ex Ministerio de Educación y Ciencias (MEC, 2014) se refirió de la siguiente manera:  

Las Comunidades de Aprendizaje son un proyecto pedagógico exitoso que promueve la transformación social y educativa desafiando ciertas lógicas y prácticas escolares tradicionales. Este novedoso modelo educativo se basa en evidencias empíricas de prácticas concretas a nivel internacional y se fundamenta sobre dos ejes claves para el aprendizaje en la sociedad actual; por un lado, las interacciones dialógicas, y por el otro, la participación de la comunidad.  Los resultados analizados hasta el momento demuestran que el proyecto (iniciado originalmente en Barcelona y ya extendido en distintas escuelas de Perú, Brasil, México, Argentina y Colombia está alcanzando un doble objetivo: superar el fracaso escolar y mejorar la convivencia. 

Pero, ¿cómo se puede concretar esto? Para bajar al terreno práctico, es necesaria una visión de apertura por parte de los directivos y docentes para así asegurar la participación e involucramiento de los agentes externos desde la planificación didáctica. Por lo tanto, frente a un tema por desarrollar, es recomendable formular preguntas como las que se presentan a continuación.  

Entre los padres de familia, ¿hay algún experto en este tema? O bien, ¿quién podría desarrollar mejor o complementar algún contenido desarrollado en aula? También se pueden formular preguntas desde la perspectiva de los recursos y las situaciones contextuales como por ejemplo ¿Qué puedo enseñar aprovechando el trabajo de los albañiles? O bien, ¿qué me pueden aportar los bomberos y la policía de la zona? O sino, ¿en qué pueden aportar las personas extranjeras y de otras culturas viviendo en el barrio o bien conectando desde internet? Así también, ¿cómo puedo aprovechar el arroyo para el desarrollo pedagógico? O, ¿qué sitios podemos visitar para aprender de manera experiencial sobre nuestra historia? O quizás plantearse, ¿dónde o en qué ambiente se puede desarrollar mejor una clase? Resumiendo, hacer como un mapeo de recursos potencialmente disponibles y establecer una red en torno a la escuela.  

En conclusión, es necesario ampliar la participación en educación y para lograr el involucramiento de la sociedad. Lo que la escuela no debe hacer es esperar de brazos cruzados, sino salir al encuentro y abrirse al intercambio. Las «comunidades de aprendizaje» pueden constituirse en una estrategia, una forma de abordar la participación de los diversos sectores sociales y generar experiencias enriquecedoras en términos de aprendizaje. 

 

Fuentes consultadas 

Diez-Palomar, J. y Flecha García, R. (2010). Comunidades de Aprendizaje: un proyecto de transformación social y educativa. Revista Interuniversitaria de Formación de Profesorado, 24 (1), 19-30. 

Ministerio de Educación y Ciencias. (2014). Comunidades de aprendizaje. MEC. https://mec.gov.py/talento/cms/wp-content/uploads/2021/07/ejes_tematicos/4_Dimensi%C3%B3n_Gesti%C3%B3n_de_la_Vinculaci%C3%B3n_Social/4-1_Clima_Institucional/4-1-2_Comunidades_de_aprendizaje.pdf  

 

Artículo elaborado por Luciano Román Medina.