El inicio del año escolar 2020 estuvo marcado, en parte, por la alegría de los alumnos para quienes era el último año en la educación media o secundaria, de otros que arrancaban un nuevo ciclo y de aquellos que daban sus primeros pasos en la escuela, pero, sobre todo, por la alegría del reencuentro entre compañeros y docentes. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 y sus consecuentes medidas sanitarias de aislamiento social, llevaron al cierre de las instituciones educativas en todo el mundo. 

La incertidumbre sobre cómo se iba a llevar adelante el periodo escolar 2020 surgió de inmediato, y cada entidad encargada de la educación en los diferentes países comenzó a diseñar diversas estrategias para el desarrollo de clases, la mayoría de las cuales estuvieron marcadas por una educación a través de medios virtuales. 

Las dinámicas a nivel familiar, social, laboral, se vieron afectadas y si hablamos del ámbito escolar, fueron los docentes quienes tuvieron que adaptarse, reinventarse y buscar formas de llegar a los y las estudiantes, más allá de la metodología presencial, lo que a su vez mostró brechas de desigualdad entre quienes cuentan con recursos, herramientas y conocimientos y quienes no. Esto puso en evidencia la precariedad en la que se encuentran los docentes en Paraguay y la necesidad de una formación permanente que responda a los requerimientos del siglo XXI. 

En el artículo “Educación en contextos de COVID-19: requerimientos mínimos para una educación a distancia”, expusimos sobre los enormes desafíos que tenemos como sociedad paraguaya para garantizar la accesibilidad a internet y el uso de herramientas tecnológicas por parte de alumnos y docentes. A través de los diálogos propiciados por el Observatorio Educativo Ciudadano (OEC) se pueden constatar los esfuerzos, los trabajos, la creatividad y la capacidad de adaptabilidad que los docentes están desarrollando en la búsqueda e implementación de estrategias para dar continuidad al proceso educativo, aún en las más precarias condiciones.  

Contextualizando la situación de los educadores podríamos mencionar que la docencia en Paraguay es predominantemente femenina: de los 79.935 docentes matriculados, 29.924 (37%) son hombres y 50.011 (63%) son mujeres. Además de ello, existe un mayor ejercicio de la docencia en el sector urbano (62%), frente al rural (38%).

 

Los docentes desempeñan mayormente sus funciones en instituciones del sector oficial. Lo mencionado evidencia por un lado la progresiva urbanización del país y el crecimiento de instituciones oficiales, indicativo de la necesidad de políticas públicas y de educación para contextos urbanos y rurales. Alcanzar los mismos resultados requieren procesos educativos diferenciados y pertinentes para cada contexto.

En cuanto a las edades, si se considera por quinquenales, el 28,6% de los y las docentes tiene entre 35 a 39 años de edad, seguido por un 22,3% de docentes cuyas edades oscilan entre 40 y 44 años y un 14,6% de docentes con edades entre 45 a 49 años.

Frente a la situación de la pandemia en nuestro país, los y las docentes tienen el gran desafío de reinventarse y de reinventar sus formas de enseñanza, abriéndose a un mundo quizá bastante desconocido para muchos de ellos. Si bien existe un “Proyecto de Mejoramiento de Condiciones de Aprendizaje con Incorporación de TIC” del Fondo para la Excelencia de la Educación y de la Investigación (FEEI), cuya meta establecida para el 2020 es capacitar a 40.500 docentes, al cierre del año 2019 solo se ha llegado a capacitar a 6.416 docentes (Fuente: FEEI).

Según la Encuesta de Percepción sobre la COVID-19 en Paraguay (UNICEF, 2020), el 70% de los encuestados indicó que sus hijos tienen tareas o actividades escolares todos los días, 14% cuatro días a la semana, 11% tres días a la semana y el 5% indicó que uno o dos días a la semana; por su parte, a los niños les lleva en promedio casi dos horas completar las tareas.

En cuanto a la asistencia a clases de forma virtual, 52% mencionó que la maestra envía videos de clase a través de WhatsApp o correo electrónico; 22% lo hace 1 o más veces a la semana con sus maestros a través de plataformas virtuales; 18% no cuenta con hijos en edad escolar; mientras que un 2% indicó por un lado que los maestros no dan clases de forma virtual; y 2% que no tienen los medios para acceder a las clases (UNICEF, 2020). 

Hay que considerar que detrás de esta información, existe todo el trabajo que deben hacer los y las docentes para preparar las clases, hacerlas atractivas dentro de un entorno virtual y sobre todo accesibles e inclusivas. En conversatorios realizados por el Observatorio Educativo Ciudadano, docentes de diferentes localidades manifestaban cuanto sigue: 

“Yo trabajo en la escuela Qom, unos misioneros coreanos hicieron la escuela y ahora nos hacen usar la tecnología. Pero los chicos no pueden acceder a eso, entonces nosotros los docentes debemos buscar la forma de llegar a ellos. Lo positivo es que nosotros estamos cerca de ellos, trabajamos con fotocopias. A veces lo hacemos a mano porque está también el tema de no poder salir de la comunidad. Hacemos a mano los trabajos para los chicos, pero actualizando a su realidad. El MEC, por ejemplo, publica en una plataforma los ejercitarios y nosotros adaptamos esos ejercicios para darles las normas de convivencia desde sus casas” (Liz Sandra Ramírez Caballero, Pueblo Qom, Dpto. de Pdte. Hayes)

“Ahora que estamos teniendo temor por el contagio de esta enfermedad llamada COVID, tenemos que transformar esto en una oportunidad de aprendizaje en familia (…) Estamos trabajando a través de la plataforma digital, y esto debe ser un trabajo ejemplar para las generaciones nuevas que no tienen que tener temor a ser docente mujer, a ser protagonistas de una transformación, y hay que perseverar en la adversidad, en la distancia y en todo lo que viene. Debemos buscar una estrategia para salir de esa categoría en la que nos ponen y valorar los logros que tenemos como docentes y como madres” (María Yarati, Comunidad Jerusalén, Dpto. de Pdte. Hayes)

“Muchos de nuestros contenidos no están acordes a nuestra realidad, entonces como tenemos en Word los trabajos contextualizamos e imprimimos eso y distribuimos a los estudiantes con las precauciones sanitarias, entregamos tareas” (Catalino Bogado, director de área, Fe y Alegría, Asentamiento Arroyito, Concepción).

“Lo que veo es que los niños necesitan de su maestra, aunque sea un pequeño video, escuchar la voz del maestro y la maestra, estamos dejando todo de lado, salir de nuestra timidez y hacer todo lo posible para nuestros niños” (Elva Brítez de Cabañas, Escuela Dr. Pedro Zarza Roa, Yuty, Caazapá).

“Para muchas familias la educación de sus niños no es una prioridad, los padres tienen otras prioridades a las que poner su empeño, no van por las tareas, no tienen ese interés. Para mí es una responsabilidad grande porque si nosotros no ponemos lo mejor de nuestra parte por la educación de nuestros niños, nadie lo va a hacer” (María Victoria Mendoza, Escuela Caacupemí, Fe y Alegría, Bañado Norte).

Honramos la enorme tarea que están realizando todos los docentes a nivel mundial, y muy especialmente los maestros y las maestras en Paraguay, que a pesar de las adversidades y con enormes esfuerzos, están realizando una misión extraordinaria para mantener el vínculo con sus estudiantes. En varios contextos los “profes” son el puente con el futuro y a pesar de las precariedades, el inmenso compromiso de su vocación es decisivo en esta crisis para que sus estudiantes mañana “sean alguien en la vida”. 

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Artículo elaborado por Andrea M. Wehrle Martínez para el Observatorio Educativo Ciudadano (Octubre, 2020).

Foto: Paraguay Educa.

Fuente consultada

Fondo para la Excelencia en la Educación y en la Investigación (FEEI)

Observatorio Educativo Ciudadano, Sistematización de Diálogo con Docentes, abril  2020.

Observatorio Educativo Ciudadano, Sistematización de Diálogo con Mujeres Indígenas, mayo 2020.

UNICEF, Encuesta de percepción sobre la COVID-19 en Paraguay, https://www.unicef.org/paraguay/informes/encuesta-de-percepci%C3%B3n-sobre-la-covid-19-en-paraguay, junio 2020.