Con vaquitas entre los estudiantes, con cooperación internacional para los equipos y vendiendo chorizos en la entrada se sostiene el Colegio Técnico y Centro de Entrenamiento Vocacional Carlos Antonio López.
El diagnóstico brindado por docentes y alumnos es desolador. “La educación técnica está enferma, es la parte triste de toda esta historia”, sostiene Édgar Riquelme, uno de los profesores más antiguos del instituto.
Es coordinador del área de Mecánica Automotriz. La malla curricular que brinda el Ministerio de Educación está desfasada, los profesores enseñan hace más de 25 años sin haber recibido una sola capacitación de parte del Estado. Los insumos para las prácticas se adquieren a través de las famosas vaquitas entre los alumnos. Incluso los maestros colaboran para que la carga de la educación técnica no sea tan pesada. Estos son solo algunos de los síntomas con los que sobreviven en el país los colegios técnicos, que cuentan con la misma realidad que la del Carlos Antonio López.
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